Para nosotros sigue siendo vigente el principio de que el
objetivo de la ciencia pol?tica es la consecuci?n de una vida m?s justa y
democr?tica. En identidad de pensamiento nadie rebate lo que es el cimiento o
la base del m?todo democr?tico de gobierno: la participaci?n de los
gobernados en las tareas del Estado.
En esta l?nea de pensamiento la cuesti?n primordial, la piedra angular de la
ciencia pol?tica es c?mo alcanzar ese objetivo. El problema fundamental del
m?todo democr?tico de gobierno es, sin duda, c?mo organizar esa participaci?n
popular, c?mo establecer los cauces m?s adecuados para una participaci?n
efectiva y no te?rica de los ciudadanos, y, tambi?n, c?mo lograr que ese
mismo pueblo pueda controlar a quienes act?an por delegaci?n.
En el momento presente, lo que usualmente se entiende como ?perfecto sistema
democr?tico de gobierno? es aquel en que esa participaci?n se realiza a
trav?s de un sistema de partidos pol?ticos, herencia del liberalismo
decimon?nico. En nuestro tiempo, tras un largo proceso de divulgaci?n, lo que
en principio no pasaba de ser una forma de organizar la participaci?n del
ciudadano, que en modo alguno era excluyente de otras formas, se ha
convertido en un absoluto, en un dogma inquebrantable e incuestionable. Sin
embargo, al mismo tiempo, en los albores de este siglo XXI, cuando esa forma
de democracia parece gozar de un consenso a escala universal, sobre todo
entre las elites que dominan y controlan las sociedades de masas, se comienza
a plantear, con gran nitidez, si, como algunos pretenden, este sistema es el
"fin de la historia", tras al desaparici?n del comunismo y los
cambios acelerados en los planteamientos y objetivos de la socialdemocracia,
o si por el contrario los sistemas de gobierno continuar?n sucedi?ndose como
ha acontecido a lo largo de la historia dada la imperfecci?n humana. Los
sistemas democr?ticos actuales, sin desconocer la influencia de sus
precedentes, se mueven dentro de un esquema que tom? forma definitiva tras la
II Guerra Mundial y que hoy comienza a mostrar s?ntomas de agotamiento por
degeneraci?n. Este esquema se basaba en el juego alternante de dos grandes
bloques de convergencia pol?tica en el que adem?s se prefer?a la existencia
de un bloque dominante y otro supletorio. Estos dos bloques obedec?an a los
par?metros de la socialdemocracia por un lado y los
conservadores-democratacristianos por otro. Bloques que aceptaban,
fundamentalmente, el modelo econ?mico capitalista -en algunos casos con
ciertas reservas hoy desaparecidas-, y que en la actualidad han asumido, sin
grandes divergencias, las denominadas tesis neoliberales. Ambos bloques,
liberal y conservador, derecha e izquierda, democratacristianos y
socialdem?cratas, centro izquierda y centro derecha, detentadores y
monopolizadores del poder, cada vez m?s independientes y m?s alejados del
ciudadano, han acabado convirti?ndose en una aut?ntica nomenklatura de un
sistema del que se han apropiado, merced a una relaci?n simbi?tica que ha
permitido el desarrollo de unas elites pol?ticas, de una clase pol?tica y
sindical subvencionada, sustrayendo progresivamente al ciudadano los resortes
de esa participaci?n real y efectiva que debe caracterizar la democracia.
El modelo, m?s que por el sistema de partidos, se caracteriza hoy por la
existencia de esas elites pol?ticas que se mueven sin grandes problemas en el
mundo pol?tico, econ?mico o medi?tico; aut?nticos clanes familiares que se
suceden en el poder y con numerosos intereses coincidentes. Por ello, cada
vez m?s, las distinciones entre izquierda y derecha se diluyen, los
fundamentos ideol?gicos se agotan. Hasta tal punto han llegado a converger lo
que parec?an ant?tesis que ambos bloques, en su ?ltima generaci?n de
dirigentes, comienzan a aceptar, como espacio ideol?gico ?nico donde
desarrollarse, las tesis de la denominada "tercera v?a" expuestas
por Anthony Giddens. Una ?tercera v?a? que aspira a convertirse en el
aut?ntico ?partido ?nico? de los sistemas democr?ticos liberales.
Los partidos pol?ticos actuales, lo que algunos denominan los partidos
posmodernos, son hoy, m?s que anta?o, aut?nticas maquinar?as para la
captaci?n y explotaci?n del voto. Son, en realidad, entramados burocr?tico-
administrativos profesionalizados para competir en la carrera electoral. Microempresas
indiferenciadas ideol?gicamente para la obtenci?n y el usufructo del poder.
Estos partidos no buscan la conquista, la atracci?n del ciudadano, hacia una
opci?n pol?tica, sino que aspiran a dominar la m?xima cuota posible del
mercado electoral, por lo que sus bases ideol?gicas se diluyen o desaparecen,
tanto en el partido como entre los candidatos. El objetivo no es la defensa
de un modelo social, sino la detentaci?n del poder, ya que en los partidos
priman, b?sicamente, cuatro intereses:
primero, el inter?s particular de cada individuo que pertenece a ese partido;
segundo, el inter?s de los grupos f?cticos que lo apoyan;
tercero, el inter?s general del partido para conseguir sus objetivos de
poder;
cuarto, y siempre en ?ltimo lugar, el inter?s de la Naci?n.
Naturalmente estas m?quinas electorales al servicio de la nueva oligarqu?a
necesitan como nunca del poder medi?tico, por lo que pretenden su
monopolizaci?n; poder que, al mismo tiempo, se integra como un elemento m?s
en dicha oligarqu?a. Por todo ello, la libertad y la capacidad de elecci?n
del ciudadano resulta cada d?a menos extensa en nuestros sistemas pol?ticos.
Hoy, sistemas democr?ticos de gobierno como el nuestro, establecen sus
propios mecanismos para asegurar tanto la pervivencia y perpetuaci?n de esas
elites como la imposibilidad de que prosperen las corrientes cr?ticas. Para
facilitar todo ello la democracia se va reduciendo a trav?s de los sistemas
electorales, de los m?todos de reparto de voto, del sistema de
circunscripciones adoptado, de la consagraci?n de las listas cerradas, de la
imposici?n de los candidatos en funci?n de las clientelas pol?ticas, de los
comit?s electorales de los partidos, de la disciplina del voto... A ello, es
preciso a?adir la desigualdad de oportunidades a la hora de concurrir a las
elecciones por parte de quienes desean hacerlo fuera de los partidos
tradicionales. Todos estos son los elementos que distorsionan, cuando no
falsean, tanto la representaci?n popular como la vieja tesis ateniense del
gobierno del pueblo.
Preferencia por la sociedad civil
El individuo y, por elevaci?n, la sociedad civil quedan desasistidos,
indefensos ante los partidos, reducidos al mediatizado poder de decisi?n
cuando llega la hora electoral. La mayor?a de los ciudadanos no militan en
los partidos pero desarrollan su vida pol?tica dentro de la sociedad civil.
Es necesario articular, en el seno de la sociedad, formas de defensa frente
al abuso de los Partidos, las Corporaciones o del Estado. Entidades cercanas
al hombre, asociaciones civiles de acceso com?n en el ?mbito municipal y en
el ?mbito laboral.
a) ?mbito municipal
Creaci?n y desarrollo de los Concejales de Distrito elegidos desde
asociaciones de barrio, con elecci?n directa. Esta figura, este nuevo
representante, es una persona del lugar, que conoce los problemas reales y
diarios, de f?cil acceso para toda la ciudadan?a. Evitaremos as?, la
usurpaci?n del poder, de las capacidades de decisi?n y control por parte,
como ocurre ahora, de los grandes monopolios pol?ticos y la perpetuaci?n de
la figura del concejal que apenas si conoce el lugar, en el que en muchas
ocasiones ni tan siquiera vive, y cuya preocupaci?n principal es atender y
seguir las directrices del partido muy alejadas de los intereses reales de
las gentes del distrito.
b) ?mbito laboral
Desarrollo de los Sindicatos de Gesti?n, que defienden a todos, sindicados o
no, donde todos tienen los mismos derechos y deberes, donde todos tienen la
defensa real de sus derechos asegurada. Sindicatos de Gesti?n ajenos completamente
a los partidos pol?ticos, donde todos podamos participar sin estar
condicionados por la carrera electoral para disfrutar de mayores cuotas de
representaci?n. Sindicatos de Gesti?n para crear riqueza y no centrados en la
reivindicaci?n constante, con raz?n o sin ella pero siempre subordinada a los
intereses pol?ticos del grupo al que se vinculan, que llevan al
enfrentamiento de unos contra otros. Sindicatos de Gesti?n que trabajen en
aras de los derechos reales de todos los trabajadores y que, por tanto, ir?n,
progresivamente cambiando el actual modelo sindical caracterizado tanto por
la escasa afiliaci?n como por la nula vinculaci?n real de la gran masa de
trabajadores con el mismo.
Naturalmente, somos conscientes de que la sociedad civil es mucho m?s rica y
que una vez encuentre el camino crear? nuevos instrumentos de participaci?n y
defensa. Pero lo b?sico es que cada persona logre tener cerca una entidad, a
la que pertenece por derecho y no por afiliaci?n, que defienda sus intereses
particulares y sepa conjugarlos con los comunes, permiti?ndole participar,
m?s directamente, en los mecanismos de funcionamiento pol?ticos y sociales
que as? estar?n a su alcance en todo momento.
El resultado del incremento de la participaci?n en las decisiones, en la vida
pol?tica, de la sociedad civil lleva aparejada una cierta atomizaci?n del
poder. Atomizaci?n beneficiosa para el individuo y para una vida pol?tica
limpia por tres razones esenciales. Primera: Todos tenemos un lugar donde
somos escuchados y donde podemos defendernos; eliminando las situaciones de
privilegio que existen en la actualidad. Segunda: Cuanto m?s extendidos est?n
los medios para el ejercicio del poder m?s dif?cil resultar? la corrupci?n.
Tercera: La interdependencia de los ?rganos ciudadanos hace que la atenci?n
sobre las decisiones a tomar est? al alcance de un mayor n?mero de gentes.
No desconocemos la apat?a gen?rica que existe por la pol?tica. Apat?a
derivada de la falta de participaci?n real que el hombre tiene. La
intervenci?n de la sociedad civil precisa, evidentemente, de la voluntad de
participaci?n de las gentes en su propio devenir. No es l?cita la queja
cuando en realidad no se est? dispuesto a perder una parte del tiempo propio
para colaborar en la vida pol?tica de la comunidad. La participaci?n directa,
la puesta en marcha de ?rganos de participaci?n directa, es el leg?timo uso y
disfrute de las libertades. Que nadie haga por nosotros lo que todos y cada
uno debemos y tenemos que hacer. Queremos que todos puedan participar de una
forma efectiva y real para que todos estemos realmente representados y
amparados en una Democracia de Principios.
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